domingo, 6 de marzo de 2011

Quiero ir a un lugar...

Quiero ir a un lugar donde lluevan relojes, donde camine sobre teclas de piano y me apoye en cuerdas de guitarra, donde todo huela a vainilla con un tanto de flores frescas, donde no existan las palomas y que las puertas sean de cristal.

Cerré los ojos y abrí la puerta, el reloj se detuvo con una suave venia, notas musicales fascinantemente tiernas, olores embriagantes y sabores armonizantes, bienvenida la alegría hasta que cerré la puerta y abrí los ojos, este lugar existe lo se, todo es culpa de mi reloj que no le da por detenerse.

Estando de vuelta, veo la calma no me abandona, llueve intensamente y cuanto veo es gris, el viento helado penetra mi abrigo y los olores son imposibles de percibir, los relojes parecen estar acelerados y palomas mas que personas.

Resulta estoy en un lugar donde no llueven relojes, donde cada paso no tiene un sonido acogedor y cuando me apoyo no hay melodías, impongo el olor a vainilla y las flores sino frescas muertas y recuerdos de arboles a forma rectangular donde quiero este el cristal.

Sea realidad sea sueño los sentimientos son perfectos paracaidistas, caen en un punto decisivo, donde si bien, despiertan el pensamiento, ordenarlo es toda una aventura, tal cual orquesta de locos egocéntricos los sonidos dispares provocan un ruido intolerable y una vez mas...

Quiero ir a un lugar donde lluevan relojes, donde camine sobre teclas de piano y me apoye en cuerdas de guitarra, donde todo huela a vainilla con un tanto de flores frescas, donde no existan las palomas y que las puertas sean de cristal.

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